Siempre fui pésimo en muchas cosas, pocas veces hice sentir orgullosos a los que me rodeaban: "Estaba en penumbras, abucheado por la mayoría, aunque muy en el fondo de mi ser, sabía que lo podía hacer". Sabía que algún día llegaría ese momento de triunfar, de poseer esas ciertas habilidades que pocos solían notar.
Supongo que a la mayoría de las personas les sucede a menudo. Debemos saber cuáles son nuestros imperfectos y de una fuerza débil y flaca, tratar de arrancarlos de nosotros mismos. Una vez luchado contra ellos, suele llegar la apoteosis; estás en la cima o ya no tan al fondo.
La gente creé que si eres bueno para los deportes, eres pésimo para las matemáticas. Que si eres malo para la poesía, no podrías ejercer otra cosa que no sea escribir sin parar. La gente suele ser muy extraña: Te juzgan, te menosprecian, te arrebatan todo sueño por la simpleza de decir que no eres lo suficientemente bueno para hacerlo, pero creo que se equivocan. Se han equivocado en su vida, en solo encerrarse en esa absurda idea y jamás lo intentan cuando para poder llegar al triunfo, a los momentos de gloria, hay que caer sin número de veces. Hay que caer y, disfrutar del duro golpe, que te empuja a seguir mejorando. Solo queda levantarse, sacudirse y, seguir mil veces más hacía adelante. Pero la gente no lo entiende. Prefiere caer y, quedarse en el suelo esperando algún "Milagro divino" que los haga ser mejores en todos los aspectos posibles. ¡Patrañas!
Debes de luchar, jamás estar conforme con tu avance. Siempre buscar mejores horizontes, mejores ideas, mejores personas que te rodean. Estoy seguro que muchos luchan en silencio. Estoy aún más seguro que todos queremos ser el orgullo para alguien, pero aún estoy más que seguro, que estamos buscando la gloria propia. Yo, sin embargo… Bueno, con una sola vez que triunfe, sabré que todo sacrificio tomado, habrá sido la mejor decisión tomada en mi vida.
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En este artículo:Aguja Imantada, Amor y letras, Literatura, Literatura Juvenil, Poesía
Escrito por
Brandon Santillán Velázquez

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