Monólogo | El árbol afuera de mi ventana no deja de moverse, de temblar como si tuviera miedo pues todas las noches se escuchan los pájaros moviéndose en él, pero nunca los veo. El humo del cigarro crea formas horribles al intentar salir por la ventana y algo se mueve atrás de mí. Silencio. Nada. Sólo un ruido, como muchos de los que habitan este lugar. He llegado a ver entre sueños una sombra parada al fondo de la habitación, para después hundirme en un extraño letargo de divagación y miedo, logrando que la paranoia onírica se apodere de mí:
En medio de un gran fuego ha bajado consciente de todos los mortales, en tierras nuevas blandirá su espada como el brazo al hijo perdido y sumirá la alcoba al infierno bajo el mar con quien quiera acompañarle para obtener el espejismo eterno. Los querubines mayores armarán fuego entre sus pies para comenzar el regreso al olvido del grandísimo dios.
Con los pies desnudos, pisan la sangre de los que no respiran, conservan el gusto de ser los primeros. No existe tiempo de aniquilación porque él no los asesina, son ellos mismos al querer extender su vida. Es necesidad, lo han confesado, la selección natural nos ha alcanzado, porque él lo sabe, no es un asesino, es sólo un instrumento de extinción.
La naturaleza de los espíritus comienza sentarme bien, los ojos y labios ya no tienen su color rojo que me escurría por ellos antes de llegar aquí, y sus molestas gotas cayéndome encima, sin dejarme dormir. Desde hoy he comenzado a pintar de rojo sangre mis sueños.
Contengo en el suelo su cuerpo y me siento cómodo al tocar la garganta ya sin pulso, sin pulsoaire, tiene un cuerpo frío como metal, con un relajamiento al sueño casi astral, lleno de temor inconsolable; hay tensión en mi mano, pero no presiona, y él me ve con sus ojos de luz sin parpadear, un hilo se zafa y destella al suelo, tras un golpe certero todo se silencia y terminada queda la tarea…
El árbol afuera de mi ventana no deja de moverse, de temblar como si tuviera miedo pues todas las noches se escuchan los pájaros moviéndose en él, pero nunca los veo.
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