Los poetas saben de desvelos, de vivencias, de errores, de sufrimiento y pocas veces de felicidad. Pareciera que las mejores ideas ocurren en la noche cuando todo se mantiene estático, en la penumbra de un corazón sombrío. Es esperar con ansias la inspiración lejos de la cotidiana vida misma.
"Escribir a las tres de la mañana, borrar dos que tres versos que no complacen y empezar de nuevo. Es esperar una y otra vez mientras todo se disuelve en el nada, entre el todo que te ofrece la literatura. Es morir en cada poema. Desangrar en cada letra puesta.
No comprendo cómo buscamos ser escritores. Mejor dicho, ser un excelente escritor. Abundan los malos poetas y es terrible que se sientan orgullosos de eso. Hoy en día, todos plantean poemas románticos porque el amor es fácil de vender. Es muy fácil escribir sobre amor. Yo he escrito de esos, solo por la necesidad de escribir, aunque no me complace en lo más mínimo. Prefiero herir, ser lo más directo posible. Llegar a mis entrañas, sacar mi dolor. Convertir el dolor en unos cuantos poemas medio buenos. O no tan malos.
Esperar a las tres de la mañana cuando extrañas, cuando los ojos se inundan. Que tus brazos necesitan a quién abrazar. Donde la cama se torna fría y, enorme. Es allí donde los poetas nacen. Es allí donde los poetas mueren. Y con un acto de valentía continúan escribiendo para sanar y al mismo tiempo para abrir esa herida, que pareciera ya haber cicatrizado.
Vaya forma de vida la nuestra. Esta absurda manera de matarse poco a poquito esperando que alguien con algún motivo aparente, disfrute leer nuestros poemas. Que disfrute del dolor ajeno y que lo haga suyo para comprender que la poesía traspasa todo tipo de subconsciente; adentrándose a lo mas oscuro de las historias.
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En este artículo:La Aguja Imantada, Literatura, Literatura Juvenil, Madrugada, Poesía nocturna
Escrito por
Brandon Santillán Velázquez
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