Cuando mi hermano ya no volvió a casa, yo no entendía por qué no lo buscábamos. Mi mamá no dijo nada; se dedicó a mirar por la ventana todas las noches y a llorar en silencio. Pasó medio año, aproximadamente, cuando después de una balacera tocaron a la puerta y era él. Yo estaba muy feliz. Como se acercaba diciembre él traía regalos, pero mi madre no me dejó tomar nada y me mandó pa’l cuarto.
Mi hermano se fue y no supe nada de él hasta dos años después en el funeral de mamá. Una bala perdida.
Y desde entonces estoy aquí. No pregunto, ellos dicen que hacer y pa’que negar que a uno lo cuidan bien. Pero fue duro sentir el peso del cuerno y el golpe que da un arma al disparar. Recuerdo que la primera vez que me eché a un pendejo hasta me oriné del susto, ellos nada más se rieron y me dieron un fajo grande de dinero pa’ que me comprara otro pantalón.
Fue raro. Yo no tuve nada por mucho tiempo, hasta que llegué aquí. Cada vez, todo se hacía más fácil, era fácil hacer cosas cabronas que, si mi mamita santa hubiera sabido, me hubiera molido a golpes, pero ella ya no estaba. Tal vez por eso era fácil.
Pero lo más cabrón es que me sentía grande, supongo que me sentía invulnerable, comencé a pensar que nadie me podía hacer nada; hasta que murió mi hermano. Yo no vi cuando pasó, pero si cuando lo cubrieron y es lo último que vi de él, no supe dónde quedo. No pregunte nada, porque no tenía a donde llevarlo, entonces supe que no tenía nada, como entras sales; aquí nadie tenía nada.
Aquí solo hay gente que se ensucia las manos, pero al menos no estoy solo, será poquito tiempo pero tiempo bien vivido. Eso sí, me hubiera gustado tener bien a mi amá; me arrepiento, pero era un niño sin mamá ¿Qué otra cosa podía hacer?
En tons’ cuando la bala me encuentre, estaré contento. Aunque esté como perro de la calle, solo en el pinche suelo yo estaré feliz porque veré a mi amá, a mi hermano y hasta a mi apá.
También te puede interesar: Su absurdo amor
También te puede interesar: La raíz del Ahuehuete VII