Nuestro adiós era francamente un hecho, yo sabía que ibas a salir corriendo después de conocerme, después de notar mis imperfecciones, después de ver y notar mis inseguridades. No te culpo, cualquiera saldría huyendo lo más rápido posible después de saber lo que conlleva mi amor.
Así que ¿Qué contiene nuestro adiós?
Bien, mira, contiene muchas risas, en especial aquellas que recuerdo cuando salían a mitad de un largo beso; conlleva muchas esperanzas, porque después de tropezar en cuestiones sentimentales y haberme encerrado en la idea de que el amor no era para mí, me hiciste creer en él de nuevo. Conlleva la dedicación de sobresalir entre otros tipos que te querían a su lado.
Nuestro adiós conlleva lágrimas, y créeme que soy de los que detesta llorar. Pero lloré cuando te fuiste, no sé por qué, si no habías muerto, lo único que murió esa noche fue mi amor hacía ti.
Creímos que éramos eternos, o mejor dicho, yo lo creía. Desde el primer instante que te vi, quise que fueras tú con quien compartiera mis días, que gracias a ti ya no eran tan miserables.
Pero no importa tanto, ahora creo que son peores que antes. De cualquier modo debo de agradecerte, supongo que los escritores necesitamos estar rotos para poder escribir, me diste la inspiración necesaria para poder hacerlo, cuando no encontraba ya la inspiración en casi nada y, como arte de magia, me rompiste el corazón para que yo pudiera seguir escribiendo-te.
Nuestro adiós contiene mucho amor, contiene momentos que nos hicieron casi una sola persona, contiene muchas ganas de realizar sin fin de cosas juntos, queríamos ser tanto que ahora no somos nada.
¡Miranos! Dos tiranos huyendo del peligroso amor. «Tú siempre creíste que el amor no era tan especial, que no se basaba en cursilerías baratas, y yo anhelaba poder tener esa parte tierna de ti.»
El amor es distinto para todos, pero estoy seguro que nunca se ha basado en desinterés. Y era lo que me habías ofrecido los últimos días de nuestro amor.
Así que, nuestro adiós contiene desinterés, peleas, celos, inseguridades y sin fin de defectos, tanto uno como del otro. Y sabíamos lo que hacíamos mal, lo sabíamos y es aún peor saberlo, que probablemente ni tú me querías tanto a mí, que ni yo a ti, porque de haber sido así hubiésemos cambiado para bienestar propio y de pareja.
Ella me dijo que por mis inseguridades se marcharía. Y como buen hombre enamorado intenté cambiar. Quite los malos hábitos, deje de ser inseguro. Trate de ocultar mis celos cuando alguien le hacía un cumplido, incluso le di la libertad necesaria.
Deje de hostigar día y noche, y que hablara cuando quisiera. A fin de cuentas, cuando alguien quiere, siempre tiene un momentito para responder, para ofrecer un poco de amor.
Ella dijo que se marcharía, aún así yo haya cambiado todo lo que tanto me atormentaba. Me tragaba mis miedos, ¡Lo juro! Rechace a mis imperfecciones para ser un poco más tuyo. Y con ellos, recibí un poco de desinterés. Al final, lo único que buscamos es amor e interés en nuestra persona.
He comprendido que no importa cuanto cambies para bien propio y, de la otra persona. Mientras no seas correspondido, podrías ser lo más cercano a la perfección y ella notaría el más mínimo error que cometas.
No sé mucho del amor, ni sus funcionamientos a su totalidad, sus complejos no los entiendo, no sé que tipo de engranes lleve, ni como sustentarme cuando se marcha. Pero estoy seguro que el amor no cansa, que el amor no se constituye en hacerte cambiar y aún así recibir migajas de la otra persona.
Al fin de cuentas, supongo, que moriremos solos.
Así que, adiós…
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