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La Aguja Imantada

¿Me escuchas?

Los escuchas, aunque los ignoras por miedo. Ellos saben lo que pasa, pero ahora quién te podrá oír.

Diseño: Mary Maldonado

Era viejo, tenía grietas en las paredes y había vida saliendo de ahí, pero la renta era barata y el barrio no tan peligroso: difícil combinación en la Ciudad de México. El cuarto estaba en el último piso.

Juan llegó a vivir el 1 de julio del 2000, todo era perfecto hasta la noche del último viernes de octubre cuando saltó por la ventana. Liliana y sus hijos llegaron a vivir el 10 de enero del 2005 a finales de ese año Liliana quemó a sus hijos mientras dormían y se dio un tiro. Los López llegaron al lugar a mediados del 2010 y de ellos solo se recuperó algunos huesos variados con poco tejido; 5 personas desaparecidas. Con el temblor del 2017 el edificio se cayó. En 2020 se construyó un conjunto de duplex y terrenos aledaños.

En junio del 2021 llegas a vivir junto con otros estudiantes.

Mientras pláticas con Francisco acerca de las leyendas del lugar, Ana te toca sigilosamente del hombro lo que te hace dar un salto y tirar un poco de agua hirviendo encima.

—¿Te espanté?— dice con ese tono mamón que la caracteriza, y es que ella y su novio en turno ya te tienen harto y aún no puedes olvidar que se hayan comido los guisados que tu mamá te trajo de allá, del lejano Estado de México.

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Sin embargo, niegas mientras te limpias, no quieres problemas con nadie y continuamos cocinando lo que será tu cena y el almuerzo de mañana.

—¿Saben qué? deberíamos hacer una fiesta de disfraces, ¿No? Para cambiar un poco, no sé, rentamos una carpita y sacamos la bocina— dice mientras revisa la alacena y toma tus galletas.

—Me gusta la idea— le respondió Francisco con emoción, odias las fiestas pero afirmas que te gustaría invitar unos amigos. En la noche no puedes dormir, toda esa lista de acontecimientos te aterra y cada cierto tiempo miras de reojo la ventana esperando no ver nada y con eso poco a poco caes dormido, nunca notaste que alguien te miraba en la esquina del cuarto.

Al día siguiente pasas todo tu tiempo trabajando y tomando clases en línea por lo que llegas tarde y cuando bajas de la combi casi corres a tu casa, no porque tengas miedo sino porque vives en México. Mientras corres ves que en los “juegos” del conjunto hay dos niños jugando solos y te detienes en seco, no es normal ver niños, y esos “juegos” son tan viejos como el edificio anterior.

Con eso en mente corres como alma que lleva el diablo y te encierras en casa, ves a alguien sentado en la sala, saludas pero no hay respuesta, no te importa, Francisco siempre trae audífonos. Dejas tus cosas en el cuarto cuando oyes la puerta, te da curiosidad y sales a ver quién llegó, desde lejos ves a Francisco y Ana entrar por lo que fijas la vista en la sala vacía.

Hoy no dormirás.

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Después de eso la semana transcurre tranquila, mientras llevas tu ropa a lavar, ya que por la fiesta no irás a casa el fin de semana, matas el tiempo comiendo unas papas en un parque público no tan cerca de casa y te distraes viendo los autos pasar. Sientes como alguien se sienta junto a ti, no le tomas importancia, solo te recorres un poco a la orilla hasta que escuchas tu nombre en un susurro al oído y de nuevo no hay nadie.

En la noche  mientras ayudas a bajar las cosas de la fiesta te sientes observado, volteas para todos lados todo el tiempo con el miedo y el cansancio no te dan ganas ni de disfrazarte ni de maquillarte y mejor sales a fumar, cuando estas apunto de encenderlo un desconocido te pide uno, sin problema le compartes y también lo ayudas a encenderlo. Tú y él se miran por un rato y después se ríen un poco. Piensas que hoy ya nada malo puede pasar.

Cuando escuchas un fuerte golpe detrás tuyo y no ves nada te dispones a hablar con el desconocido que ya no está, solo ese leve olor a cigarro. Pero tú no has fumado nada.

—¿Te sientes mal?— pregunta Francisco mientras te ofrece un vaso, solo asienten con la cabeza y le dices que te irás a costar un poco. Mientras caminas hacia dentro sientes un frio en la espalda que se extiende por todo tu cuerpo, cuando llegas a tu cama solo atinas a quitarte los zapatos antes de quedarte dormido.

Te levantas de golpe, ves la hora en tu celular 3:00 am,  sientes tu respiración y tienes la necesidad de salir corriendo de ahí. Con miedo te levantas y con paso lento sales del cuarto y ves como hay una bolita en la sala y la típica luz roja y azul se asoman por la puerta; el sonido de los llantos de Ana llama tu atención y puedes verte ahí en el suelo de la sala, sin partes del cuerpo y con un cuchillo en la garganta.

Gritas, lloras, golpeas y pateas, pero ya nadie te escucha.

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Eres una sombra en la esquina, una voz en el oído, una pequeña imagen en el rabillo del ojo, eres solo parte de este infierno en la tierra. Ya no eres nada y nadie te escucha, no importa que grites eternamente.


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