Sabía que me iba arrepentir de decirlo, pero como un acto de valentía, lo hice. Te dije: Vete y no vuelvas más.
Han pasado ya un par de años de aquellos terribles adiós, que trajeron consigo un hola a la soledad, al dolor, al desprecio por mi mismo. En ocasiones me he arrepentido, he llorado, he gritado tu nombre en un eterno silencio. Intenté correr detrás de ti, pero mis ataduras me detienen casi enseguida. El dolor es interminable, la angustia me carcome. Ya no te quiero pensar, no te quiero añorar años luz.
Regresé al absurdo burdel de la soledad, entre miedos y, actitudes pendejas.
Suelo sentarme en la barra y pedir unos tragos mientras las señoritas soledad y depresión me toman de los brazos pidiendo quedarse un poco más a mi lado.
Es absurdo pensar que podría huir, correr por una sola persona que pareciera que alimentaba su ego con hacerme daño. Bien sé, que hay muchas personas, algunas dispuestas a dar lo mejor de sí
Para hacerme sentir mejor. ¿Pero con qué fin? Si al final, todos se van y vuelves a tropezar una y, otra vez. Como un círculo vicioso que a nosotros nos encanta.
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En este artículo:Aguja Imantada, Literatura, Poesía Juvenil
Escrito por
Brandon Santillán Velázquez
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