He escrito versos que jamás serán recordados,
había amado a amores que hoy ya no recuerdo.
Casi siempre los olvido en el primer trago de licor,
entre llanto y una cuantas lleno de rencor.
El odio me ha hecho ser más fuerte
y el amor cada vez más vulnerable.
No sé con qué propósito retomo el mal hábito,
el de querer entregarme por completo
o el de terminar hasta el tope de borracho.
A veces he creído que mientras más ebrio estoy, suelo escribir mejores cosas,
pero también, que mientras más roto este, salen mejores cosas.
"Amante del dolor,
aunque no siempre todo salga para bien mío.
Lo dice mi intento de suicido."
He intentado amar con cada parte rota de mí
y he aniquilado casi toda desconfianza que habita en mi ser
para poder entregarme lo mejor posible
y por alguna extraña razón, siempre termino más solo que nunca.
Pero la soledad conlleva el amor propio.
Pero,
¿Cómo voy a amarme?
Si siempre me han demostrado que es complicado
y termino casi odiándome por completo,
aniquilando esa parte de dosificación que hay en mí.
Entre botellas y letras he encontrado mi zona de confort
y no pienso salir de ella, a menos que esté lejos de otro fracaso.
Esta vez quiero huir,
salir de aquí.
Ser un completo desconocido para todos;
que sea indestructible, con mil pedazos hechos trizas.
Sacar fuerza de las tripas
y con una sonrisa falsa, decir que todo marcha bien.
No quiero su dolor hipócrita
al ver que cada vez estoy más triste.
Que sonrió menos, que las alegrías son casi nulas para mí.
Esta vez, no quiero nada.
Solo otra cerveza y
estos mismos malos versos…
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En este artículo:Aguja Imantada, Literatura, Literatura Juvenil
Escrito por
Brandon Santillán Velázquez
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