Ármame y ámame. Junta mis piezas. Pero no solo las de mi cuerpo... También las de mi cabeza. Las piezas de estos sueños y de esta herida. Regálame saludos y bórrame las despedidas. Acércate a descubrir el color real de mis ojos, color sol o color lluvia... Eso ya dependerá del día. Acércate hasta reflejarte, hasta conocer la cicatriz de mi nariz y de mis otras vidas. Acércate hasta descifrarte y decirte que eres importante. Todos saben que cerca soy y eres feliz porque hoy nacen risas aquí. Y justamente en algún sitio del mundo habría de encontrarte, eso pensaba antes y te guardé en mi esperanza. Hoy que te tengo delante, este solo es el principio de los caminos que hemos de recorrer más tarde. Entonces... Acércate. Hasta que "cerca" deje de ser un adverbio y una referencia; y con la sed de dos bocas se convierta en antónimo de guerra. Pero acércate.
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