El martes 20 de abril dio inicio el proceso de vacunación a docentes en Chiapas, Coahuila, Nayarit, Veracruz y Tamaulipas como parte de la estrategia para acelerar el regreso a las aulas. En semanas subsecuentes, también se aplicarán las vacunas en otros estados, según el color del semáforo en el que se encuentren. Al menos en el Estado de México, la inmunización ocurrirá entre el 12 y 18 de mayo de este año.
De acuerdo con lo anterior, habría un probable regreso a clases presenciales hacia la cuarta semana de mayo en nuestra entidad, siempre y cuando el comportamiento de la curva de contagios esté controlado y existan las condiciones para realizarlo. No obstante, ¿qué determinará dichos aspectos?
En primer lugar, habría que señalar, desde luego, el color del semáforo epidemiológico. Asimismo, la secretaria de Educación, Delfina Gómez, ya lo había señalado con anterioridad, además de enfatizar en que tal regreso sería de manera escalonada y “voluntaria”. Cabe señalar que para la reducción de posibilidades de contagio las escuelas deberán contar con la infraestructura que les facilite la limpieza y desinfección de sus espacios, tales como agua corriente, drenaje, suministros y utensilios de limpieza.
Al menos, según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en julio del año pasado se registró un total de 23 por ciento de escuelas en el país que no tenían suministro de agua. Quizás el programa “La Escuela es Nuestra”, donde se persigue dignificar las condiciones de estos sitios, ya haya resuelto algunas de esas situaciones; pues es evidente que el agua es un recurso fundamental para las labores de limpieza. Por si fuera poco, al menos en la zona del Valle de México se registra la peor sequía en los últimos 25 años aunado al hecho de que el nivel de almacenamiento de agua potable en el sistema Cutzamala, está menos del 50 por ciento. Habrá que ver cómo se sorteará este obstáculo.
En segundo lugar, otro de los aspectos a considerar para que se asegure el éxito en el regreso a clases sin casos de contagio por COVID-19, es que la comunidad escolar efectúe adecuadas prácticas preventivas, tales como el uso correcto del cubre bocas, caretas, lavado de manos y uso de gel antibacterial, así como mantener la sana distancia. Quizás en el nivel superior haya una mayor concientización al respecto: los alumnos son adultos jóvenes que (tal vez) comprenden con mayor facilidad la importancia de tales medidas. Sin embargo, para los docentes, administrativos y personal de intendencia que labora en escuelas preparatorias y secundarias, saben a la perfección que los adolescentes desacatarán con mayor facilidad esas normas, y es ahí donde podrían ocurrir las fuentes de contagio. Ante esos casos, se requerirá de protocolos que contemplen ciertas sanciones pero que no vulneren sus derechos humanos. Increíble pero cierto.
Por último, debe recordarse que ésta será la primera ocasión en que México reanude las clases presenciales. Por ejemplo, en Chile, tras el retorno de actividades presenciales en las aulas, en tres días se registraron al menos 43 casos de COVID-19, y lo peor de todo, es que fueron asintomáticos.
Si bien, hasta ahora ha quedado claro que el COVID-19 llegó para quedarse, resultan insuficientes las medidas preventivas que efectúan las personas para frenar los contagios, debido a que aún existe incredulidad e irresponsabilidad en muchas personas, que, hasta ahora siguen sin adoptar las medidas de prevención, que, sin lugar a dudas, muchas de ellas serán las primeras en enviar a sus hijos a la escuela, y por supuesto, a negarse a ser inmunizadas por temor al control y manipulación de enemigos imaginarios. Vaya esquizofrenia social.
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